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La situación y el trato

tenía 2 piscinas. en planta baja y arriba en planta superior del edificio. bufet muy bueno. bienvenida a mascota..genial

la situacion y tiene una cocina muy completa.

Todo genial

Muy cómodo y tranquilo, la zona muy bonita, para dormir ideal, con ventiladores de techo, nos gustó la experiencia, repetiremos en algún momento

Apartamento muy bien situado, la terraza un lujo, para repetir sin duda!

El apartamento es excelente tiene de todo está bien cuidado y el anfitrión muy simpático. Ha sido un placer estar en este alojamiento lo recomiendo cien por cien.

Todo estaba perfecto: limpio,había todo lo necesario estuvimos super cómodos y el propietario amable y atento a todo lo que pedimos, repetiremos sin duda.

Me gustó mucho el hotel😁y el pueblo

Con gran alegría llegamos y nos sentimos muy a gusto… o al menos así habría sido si no fuera por lo ocurrido durante el primer desayuno. Una señora que no sé si era la dueña o la encargada, se dirigió a nosotras en un tono totalmente inapropiado, lo cual lamentablemente me lleva a decir que no recomendaré este lugar a nadie, ni volveré yo misma. En el comedor, con espacio para unas 20-30 mesas, sólo había ocupadas 4 o 5. Elegimos sentarnos en una mesa redonda junto a la ventana, simplemente porque nos gustan las formas redondas. De repente, desde el otro lado de la sala, esta señora empezó a hablarnos de forma muy confrontativa, preguntando por qué nos habíamos sentado ahí. También reprendió con dureza a una joven empleada, muy amable y trabajadora, culpándola por no habernos indicado dónde sentarnos. Todo esto en voz alta, delante de los demás huéspedes. Fue una situación muy humillante. Vengo de una familia de hosteleros y sé perfectamente que este tipo de comportamiento resulta incómodo no solo para los implicados, sino también para el resto de los comensales. Además, soy coach y trabajo con personas. Desde el corazón, le recomiendo a esta señora que aprenda a quererse un poco más. Si el comedor hubiera estado lleno, podría haber entendido que no quería que nos sentáramos en una mesa de cuatro personas siendo solo dos. Pero al haber tantas mesas vacías, me da la sensación de que simplemente le molestó ver a dos mujeres disfrutando sinceramente del momento. Por desgracia, conozco este fenómeno: cuando una persona no está en paz con su vida, puede molestarle ver la felicidad ajena. Es humano, sí, pero un hotel tan bonito y acogedor no debería permitir que se trate así a sus huéspedes. Incluso si hubiese tenido razón, habría bastado con acercarse amablemente y pedirnos que cambiáramos de mesa —en voz baja y con respeto—, no delante de todos y con tantas mesas libres alrededor. Una pena… Porque por lo demás, todo fue cómodo y agradable.